martes, febrero 21, 2012

ARTENARA




La comarca de Artenara fue un importante asentamiento aborigen. Esta población prehispánica se localiza sobre todo en los lugares de Acusa, Artenara y Tirma. Tras la conquista de Gran Canaria, y debido fundamentalmente a la distancia existente en relación a la "ciudad de Canaria", en Artenara se produce durante casi un siglo la convivencia de población aborigen con las familias de castellanos y portugueses que se asientan en el lugar, propiciando la mezcla de ambos grupos de población. Los repartimientos de tierras se realizarán igualmente en esta zona de cumbres, adjudicándose las tierras a la nueva población. Sin embargo, los vecinos del lugar no son numerosos, al contrario, siguen siendo muy escasos.
Estos pobladores, al igual que los aborígenes canarios, se dedicarán al pastoreo, desarrollando al mismo tiempo tareas agrícolas de subsistencia, basadas fundamentalmente en el cultivo del cereal. Con el transcurso de los siglos aumentarán los nuevos núcleos de asentamiento.
La Iglesia en la zona de Artenara se remonta documentalmente al primer tercio del siglo XVII, fecha en la que se llevan a cabo, por parte del Beneficio de Santiago de Gáldar y el Convento franciscano de dicha Villa, acciones evangelizadoras. Dada la necesidad de acudir a los cultos religiosos, se dota la comarca con los lugares apropiados.
De esta forma, se construyen las ermitas de la Candelaria, en Acusa, y la del Rosario, llamada con posterioridad de San Matías, en Artenara, dependiendo éstas de la Iglesia Parroquial de Gáldar. En 1742, la Iglesia de San Matías se convierte en Ayuda de Parroquia, constituyéndose en Parroquia casi un siglo más tarde, concretamente en 1839. Durante este tiempo pasa por penurias económicas y por diversos conflictos. A finales del siglo XIX este Templo será sustituido, realizándose las torres y el decorado del interior a mediados del siglo XX.
Por tanto, la población se irá asentando en torno a las ermitas, configurándose los lugares de Acusa y Artenara. Ya en el siglo XVII, en 1666, se nombra el primer alcalde real, D. Antonio González del Río, único para ambos lugares. Su función será velar por los intereses de la colectividad, realizando funciones relacionadas con el cuidado de los bienes públicos, abastos y festividades. En este sentido, incluso desde 1687 Acusa ya posee una cárcel, con el significado social y político que esto refleja, la existencia de una organización cívico-administrativa que garantiza cierta independencia respecto del Cabildo que rige los designios de la Isla. Artenara se configura como municipio independiente y por tanto como tal pueblo aparte tras las reformas de Carlos III, gracias a las cuales al alcalde real se le sumarán un síndico personero y diputados del común










Lugares de Interes.




Complejo Arqueológico de Acusa
Se trata de uno de los conjuntos arqueológicos más importantes del lugar, constituido por cuevas habitacionales y funerarias que ocasionalmente presentan una organización interna con levantamiento de muretes y empleo en las paredes de revestimientos de arcilla con cenizas. En las llamadas “cuevas de habitación" destacan las modificaciones interiores como alacenas, repisas y estancias laterales, lo cual aleja estos tipos de hábitat de los modelos encontrados en otras islas. Algunas de estas cuevas son naturales, mientras que otras han sido excavadas de forma artificial en la roca, tipología ésta característica de Gran Canaria.



Cuevas del Caballero y Cueva de Los Candiles


Zona de refugio de pastores aborígenes la primera, y enclavada en la Montaña de Artenara la segunda, se trata de un significativo complejo arqueológico debido a la decoración de sus paredes con grabados rupestres. Estas cuevas nos ofrecen una singular simbología compuesta por signos figurativos entre los que abundan los triángulos púbicos y otros símbolos asociados a la sexualidad femenina.



Ermita de la Virgen de La Cuevita


La ermita fue ampliada entre 1858 y 1868 por el párroco D. Antonio Dávila. La actual ermita, labrada en el mismo lugar en el que estuvo la primera, es una cueva cuadrangular y espaciosa, de 8 metros de lado, con el techo abovedado y una sola puerta con arco de medio punto. En 1990 se añade un altar en paralelo al anterior, una pila bautismal y un sillón para la sede. La única imagen de esta ermita es la Virgen de La Cuevita, de gran devoción popular en Gran Canaria.
En el siglo IX asistimos a un proceso curioso y único en la historia insular que tiene a Artenara como protagonista: en 1848, los vecinos de Artenara solicitan su agregación a la parroquia matriz de Gáldar debido a la escasez de población. Aunque también se barajaron los nombres de Santa Brígida y Agaete para la agregación, parece ser que al final dicha petición no se llevó a cabo, y el lugar continuó siendo municipio hasta nuestros días.
La ocupación de la comarca será un proceso lento, debido a que la mayor parte de la mano de obra de la isla está centrada en la producción azucarera, y la comarca se hallaba a una altitud muy poco adecuada para el cultivo de la caña. A finales del siglo XVI, esta situación varía, produciéndose un fuerte crecimiento demográfico.




Durante el siglo XX, un factor predominante, fundamentalmente a partir de la década de los 60, es la emigración, el éxodo rural, debido a las condiciones socio - económicas y a las características propias del lugar. La base económica sigue siendo la actividad agrícola basada en la papa, el millo y los frutales de regadío. Esta base agrícola se complementa con el pastoreo de cabras y ovejas. Por otra parte, en los últimos años resurgen en el municipio nuevas expectativas, basadas en la propuesta de creación de un Parque Nacional, realizada a comienzos de 1990 por el Cabildo Insular de Gran Canaria, que logrará la creación del Parque Natural del Nublo





Extraido de la web del Cabildo de Gran Canaria

lunes, febrero 20, 2012

TELDE: CIUDAD MILENARIA

La verdadera historia es aquella que cuenta el paso de un pueblo por todos los tiempos;
aquella a la que nadie caprichosamente debe marcarle ni principio ni final,
aquella que no entiende de discriminaciones entre anónimos y poderosos,
aquella que asume no ser rehén ni de vencedores ni vencidos.
La verdadera historia es aquella que hará orgullosos herederos a todos sus hijos.
Anónimo

SU ORIGEN E INICIOS

La ciudad grancanaria de Telde se erige hoy, orgullosa de su trayectoria histórica y de sus raíces milenarias, sobre aquella otra aborigen de nombre Tildet que, aunque con disposición más dispersa, llegó a forjarse como Guanartemato de los primeros canarios varios siglos antes de su entrada en la historia de Occidente.

Balcón

Cuentan las crónicas y con su mayor rigor científico complementan en la actualidad otras disciplinas del saber, que aquel Tildet primigenio pudo estar habitado por no menos de diez mil personas, la mayor parte de ellas como en otros rincones de esta isla, descendientes de un pueblo de origen norteafricano de nombre canarii. A ambos márgenes del hoy llamado Barranco Real, aprovechando la amplísima y fértil llanura existente, pero también las faldas de las lomas que la cobijan, surgieron aquellos asentamientos aborígenes de Tara y Cendro y a posteriori, tras la conquista y colonización castellana, los hoy conocidos como San Juan y San Francisco.

La primera referencia histórica que Occidente tiene de aquel Tildet, viene dada por el establecimiento de algunos frailes mallorquines a mediados del siglo XIV con objetivo evangelizador y que el Papa Clemente VI convierte en hecho suficiente para declarar el lugar, mediante la bula Coelestis Rex Regum, como Sede del primer obispado de Canarias en el año 1351. Se ha tomado esa fecha como la de fundación de la ciudad, pese a que tendrían que pasar todavía más de cien años, para que la aborigen Tildet fuera conquistada y colonizada por los castellanos.

Dicen las crónicas, que varios intentos de ocupación armada que tuvieron como escenario la Bahía de Gando, se saldaron con sendos fracasos por la fuerte resistencia canaria. Primero fue la soldadesca que venía al mando de Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle y luego la comandada por Diego de Herrera. Cuando la superioridad castellana se hizo finalmente patente muchos de los canarios, entre ellos el Faycán de Tildet y Bentejuí, se replegaron hacia las cumbres, unos para morir finalmente luchando y otros para vivir en las montañas a pesar de terminada la conquista.

En 1482, en un lugar muy próximo a donde hoy se sitúa la Basílica de San Juan, los castellanos construyeron una torre defensiva que se convertiría en la primera edificación de la, desde entonces, refundada ciudad de Telde. Una refundación que tuvo lugar formalmente un año después, en 1483, por auspicio del capitán conquistador Cristóbal García del Castillo, miembro de la Real Hermandad de Caballeros de Andalucía y nacido en la ciudad española de Moguer. Entre otros, a él correspondió uno de los grandes latifundios creados en la ciudad tras el repartimiento de tierras y aguas que se dio una vez anexionada la isla a la Corona de Castilla. Latifundios que, aprovechando la fertilidad de las tierras de los valles de medianías y de la Vega Mayor, primero tendrían como cultivo la caña de azúcar, después la viña, la papa, el millo y la cochinilla, para finalmente ser dedicados en épocas más recientes al plátano, el tomate y los productos de invernadero.

Esa preeminencia y desarrollo del sector primario no dejaría de marcar el desarrollo de la ciudad hasta fechas relativamente recientes, ya que incluso el asentamiento progresivo de su población vendría marcado por varios siglos de agricultura destinada al consumo interior, pero sobre todo a la exportación. Así, mientras en el primigenio barrio de San Juan se asentaron los nobles y adinerados colonos, en San Francisco lo hicieron preferentemente aquellas estratos sociales más populares, aquellos que después se convertirían en clases medias. Por su parte, en los Llanos de Jaraquemada y Berebería, residirían inicialmente los estratos más desfavorecidos, aquellos esclavos moriscos y descendientes de canarios más pobres, empleados en el trabajo de los ingenios azucareros primero y después en otras actividades agrarias y ganaderas. Tres siglos y medio después sin embargo, Los Llanos estaría convertida en un pujante enclave comercial de la ciudad, hasta el punto de fusionarse, por su expansión, con los otros barrios históricos.

SUS TIEMPOS MODERNOS

La ciudad del ayer, se fue convirtiendo con el paso de los siglos, en cuna y escenario de una actividad económica nada desdeñable, una inquietud social y cultural notable y un incremento poblacional que la situó pronto en municipio destacado en el contexto de Gran Canaria. Así las cosas, llega al siglo XX siendo con diferencia el segundo núcleo de población, tras la capital de la isla, con más entidad pese a las múltiples carencias que, sobre todo sus pagos tenían.

Otra vez la agricultura de exportación, pero esta vez con el añadido de los primeros compases del más reciente monocultivo canario, el turismo y la construcción, empujarían a miles de personas a mediados de los años 60 del siglo pasado, a buscar su sustento abandonando otras zonas de la isla. Esta vez recalarían en Telde. En relativamente poco tiempo, el municipio vio incrementar enormemente su censo de población, pero también explosionar un desarrollo urbano caótico, disperso y descontrolado, hasta el punto de que en tan sólo 102 km cuadrados de superficie se crearon 60 barrios.


En definitiva, Telde se ha convertido en el cuarto municipio más importante de Canarias por múltiples factores; en un referente por el notable desarrollo de sus equipamientos y proyección de la práctica deportiva; en una visita obligada para aquellos que quieran recrear en su patrimonio arquitectónico, arqueológico o histórico la Canarias del ayer; en una cita donde disfrutar de actividades culturales; de zonas de playa y de cumbre o simplemente de grandes parques donde disfrutar en compañía de toda la familia.

SUS HIJOS MÁS ILUSTRES

Desde los aborígenes Doramas, Bentejuí y el Faycán de Tildet hasta quienes han recibido de forma más reciente esta consideración con rango más institucional, los teldenses que han dejado su impronta en la memoria de la ciudad han sido muchos. Por citar a algunos, son de destacar el político Fernando León y Castillo y su hermano, el Ingeniero Juan León y Castillo; los literatos Saulo Torón, Montiano Placeres y Fernando Gonzalez; el historiador Gregorio Chil y Naranjo; escritores, como Marín y Cubas; artistas, como Jose Arencibia y Plácido Fleitas; religiosos, como Pedro Hernández Benítez y figuras de la música como el internacional José Velez.


Extraido de la pagina del M.I. Ayuntamiento de Telde